miércoles, 11 de julio de 2012

Mamá, papá… no quiero estudiar…(2)

...y ¿ahora qué hacemos?



¿Y si deciden dejar de estudiar?


Ante todo mantener la calma. Muchos adolescentes se encuentran en un momento de sus vidas en los que las dudas e inseguridades les desbordan. Es más, aun conociendo la importancia de formarse, muchos de ellos prefieren rehuir el esfuerzo que supone asistir a clase y estudiar a diario. Esta decisión les libra de hacer algo que les exige mucho y que no les gusta.

MAM

En vuestra posición de padres, es conveniente que les ayudéis a reflexionar sobre la trascendencia y consecuencias de esa decisión.

Preguntadles sobre la alternativa a esa decisión de abandonar.


O sea, qué van a hacer a partir de ese momento. Os dirán en su mayoría que lo que quieren es trabajar, aunque normalmente es una intención que queda en el terreno teórico y que se suele diluir sin apenas esfuerzos dedicados para la búsqueda de empleo.
Ojo con esto, porque muchísimos jóvenes sin preparación y sin experiencia se ven inmediatamente engullidos por las “vergüenzas” de pedir trabajo, por no ser competitivos (ausencia de curriculum), por sus enormes sentimientos de inferioridad, o por su “no saber” generalizado.

Resultados:
  • Veinteañeros expertos en victimizarse que culpan a una sociedad en la que no hay trabajo, que carecen de formación y sin las actitudes ni aptitudes necesarias para cambiar sus situaciones personales. La culpa no es mía.
  • Padres desesperados, agobiados, desbordados, impotentes, frustrados…


Trazad un nuevo marco de referencia.


Los hijos que deciden abandonar los estudios, han de saber y entender que las condiciones presentes mientras estudiaban van a sufrir cambios. Los privilegios de los que han gozado mientras se dedicaban a estudiar no deberían mantenerse si no existen cuotas de rendimiento por su parte. Mientras estudian “y aprueban”, los hijos cumplen con una responsabilidad similar a la laboral, para ellos estudiar es su trabajo y lo que obtienen (privilegios, regalos, paga, etc.), en gran parte, debería estar relacionado con sus méritos o esfuerzos.


MAM

Por tanto, debería haber un cambio sustancial en su posición en casa, ya que muchos jóvenes aspiran a mantener su estatus después de librarse de la carga incómoda de estudiar. Como podréis imaginar esto no es nada recomendable, ya que si los padres permitieran esto, estarían reforzando y trasmitiendo el mensaje de que “aunque no te esfuerces, te seguiré manteniendo”, por tanto ¿qué hijo, hija tendría interés en cambiar de actitud? ¿de buscar trabajo? ¿de seguir formándose?

Exigencias.


En mi opinión, es legítimo exigir a los hijos una serie de condiciones para que vayan asumiendo responsabilidad y compromiso, para que ganen autonomía y sobre todo, para que interioricen el valor del esfuerzo y del logro.

Exigir esfuerzo académico, responsabilidades personales (cuidar sus cosas, hacer su cama, colaborar en otras tareas domésticas, etc.) o demandar determinados comportamientos como el respeto hacia los otros, es educarles para la vida.

Mientras estudian “y aprueban”, es normal que los padres faciliten a los hijos desde las necesidades más básicas hasta otras más actuales (móviles, horarios más laxos, euros…). “Si cumples con tu mayor responsabilidad (estudios), te avalo o mantengo”. Pero ¿y si dejan de estudiar?

¿Hasta qué punto sería educativo mantener las mismas condiciones en situaciones tan diferentes?

Es preciso por tanto, plantear nuevas disposiciones para la nueva situación.

Cosas que podéis hacer.


La finalización de los estudios se convierte en un tránsito para la vida adulta y la característica más importante que los jóvenes reconocen de esa vida es ‘trabajar’. Por tanto hay que entender que si uno no estudia, tendrá que trabajar…, o buscar trabajo.

Es ahí donde vosotros como padres, podréis demandar exigencias, del tipo:

·      Nuevos horarios. Toda casa requiere de organización y mantenimiento, por lo que es apropiado disponer de horarios para todo. Por ejemplo la hora de levantarse, la hora de desayunar, almorzar, cenar, limpieza, etc. Los hijos deben adaptarse a esos horarios y funcionamiento.
·      Horario de trabajo. Si tienen trabajo ¡enhorabuena! y si no, les podréis exigir que lo busquen. En algunos de los casos en los que he trabajado, los padres han llegado a exigir un horario diario (de lunes a viernes) de búsqueda activa de empleo, que incluía la presentación de justificantes de entrega de currículo por parte de las empresas.
·      Mayor implicación en las tareas y responsabilidades domésticas, guardando proporcionalidad con su tiempo libre (que seguro que será mucho).
·      Asunción de gastos propios (teléfono móvil, salidas, etc.).

Como veis, este probable listado de condiciones persigue varios objetivos como por ejemplo:

·      Asumir responsabilidades de adulto.
·      Vivenciar las consecuencias de las propias decisiones.
·      Ganar autonomía.
·      Dar la posibilidad de replantearse la decisión tomada.
Creo que presentar un nuevo modelo de convivencia puede hacer que los hijos se planteen seriamente decisiones de esta índole. Recordad que la decisión de estudiar o no, pertenece a la propia persona, pero eso no es motivo para que vosotros como madres y padres, no podáis hacer y decidir también al respecto.

Las orientaciones que os hemos facilitado, no obstante, no garantizan que los hijos vuelvan a estudiar, pero si os ofrecen oportunidades de actuar activamente en situaciones trascendentales que podrían influir en sus vidas a partir del momento de ser tomadas.

Recordad que muchas veces los hijos preferirán la cómoda y apacible vida del estudiante, eso sí, siempre que estén dispuestos a estudiar “y aprobar”, por supuesto.

Finalizamos aquí este artículo esperando que os haya resultado de interés. Si ha sido así, se agradece que lo compartáis y que lo manifestéis clicando en el Me gusta de ahí abajo.

Gracias por vuestra lectura.

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