… o cómo aprenden los pequeños.
A la hora de educar, madres y padres se apoyan en distintos
pilares. Estos pueden ser creencias, pensamientos,
ideas, valores, experiencias, consejos y también la infinidad de hechos que acontecen durante el ejercicio parental.
De entre estos hechos, son protagonistas los comportamientos
de los hijos. Y es que según las conductas de éstos, así será nuestro nivel de
tranquilidad o estrés, nuestra paciencia o impaciencia para con ellos, nuestro
alto o bajo tono de voz o nuestra sensación de control o descontrol sobre su
educación.
¿Acaso no se suele cambiar nuestra forma de proceder en
función del comportamiento que tengan los pequeños?
Los comportamientos de los hijos sirven de termómetro de la felicidad de los padres.
Si una niña se porta bien, los padres están tranquilos,
relajados, felices y satisfechos por su forma de educar. Si por el contrario,
su comportamiento entraña problemas o conflictos, las sensaciones suelen ser de
preocupación, angustia, a veces de descontrol y se suele tender a buscar dónde
están los errores o culpas.
Atendiendo a todo esto, es fácil entender por qué el
comportamiento de los hijos, se consolida como una de las prioridades entre
madres y padres.
Pero, ¿qué sabemos acerca del comportamiento?
El comportamiento es la manera que las personas tenemos de
relacionarnos con el mundo.
Lo que queda dentro de nosotros (pensamientos, emociones,
percepciones) es desconocido para el resto y lo que sale de nosotros, lo que se ve, es lo que denominamos comportamiento o
conducta. Por tanto, si nuestra manera de relacionarnos con el exterior es a
través de los comportamientos, éstos serán importantes en nuestra vida.
¿Por qué nos
comportamos de diferentes formas?
Si existen comportamientos adecuados e inadecuados a ojos de
quienes los vemos, cabe preguntarse por qué no todo el mundo hacemos uso de lo
que se supone es bueno, ¿verdad?
Es aquí donde llegamos al origen de los comportamientos, que
no es otro que el aprendizaje.
Los comportamientos se aprenden.
Hablar un idioma, jugar, patalear, tener rabietas, montar en
patines, estudiar, compartir, son comportamientos que incorporamos a nuestra
vida después de un proceso de aprendizaje. Que se mantengan en nuestro
repertorio dependerá de los beneficios que nos proporcionen.
MAM |
Un ejemplo de cómo se aprenden comportamientos:
1. Un niño entra en un supermercado con sus padres.
2. Ve un muñeco que le gusta.
3. Se acerca y lo coge.
4. Lo enseña a sus padres.
5. Pide que se lo compren.
Algunas respuestas posibles de los padres:
1. Le dicen que se lo compran, sin más.
2. Le dicen que no se lo compran.
Posibles respuestas del hijo:
Ante la opción 1 se siente feliz y satisfecho.
Ante la opción 2 responde con una pataleta, lloros, gritos...
Posibles respuestas de los padres ante la rabieta:
1. La ignoran.
2. Le compran el muñeco para que se calle y dejar de sentir
vergüenza porque todo el mundo les está mirando.
- ¿Creéis que el niño ha podido aprender algo de esa situación?
- ¿Será posible que repita en el futuro alguno de esos comportamientos?
- ¿Creéis que lo que hagan los padres podrá influir en comportamientos futuros del niño?
Según lo que ocurra, el niño aprenderá a comportarse en
futuras situaciones. Según lo que hagan los padres, se estará fomentando una
conducta en los hijos, o por el contrario se estará fomentando su extinción. Este
es el quid de la cuestión.
A partir de estas premisas, vosotras, como madres y padres
dispondréis de un poderoso conocimiento para poder educar a vuestros pequeños.
Cómo utilizarlo y sacarle rendimiento práctico, será algo
que desarrollaremos en siguientes artículos, pero mientras tanto, por favor, no
olvidéis aportar vuestros comentarios y realizar las consultas que creáis
oportunas justo aquí debajo.
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