viernes, 1 de marzo de 2013

La adolescencia vista por un adolescente...

...o la autocrítica de A.



A. es un joven de 18 años.


Desde hace unos meses cumple una medida educativa en virtud de una sentencia de un Juzgado de Menores de Granada. 
Su relación con las drogas provocó un cambio radical en su forma de ser, en su comportamiento en casa, en la relación con su familia, amigos...

Llegó a tener gravísimos comportamientos en casa, que derivaron en un juicio, por el que ahora cumple medidas educativas.

A. es un joven como otro cualquiera, que ha tomado sus propias decisiones. Ahora lleva meses en tratamiento, analizando la conducta que ha mantenido los últimos años, escudriñando todo cuanto ha podido suceder y que le ha llevado a su situación actual.

A. está madurando y tiene una visión muy clarificadora de lo que a día de hoy puede estar afectando a nuestra juventud.

El pequeño relato que escribe en primera y después en tercera persona es en realidad una pequeña autobiografía de sus vivencias en estos últimos años.

Os presentamos la visión de la juventud interpretada por A.


Desde que somos niños aprendemos a ser felices con lo material. 

Por ejemplo: un niño pide para Reyes un juego de la play. Ese niño será feliz mientras no se pase ese juego. Una vez lo haga, buscará algo nuevo que le llene. Terminará por cansarse de este algo nuevo, seguirá buscando algo más y así sucesivamente, la felicidad causada por lo material es efímera.

MAM
Los niños crecen en un mundo de videojuegos, películas, incluso música, que transmiten violencia, drogas, racismo, prostitución, etc. Esto les provoca una visión distorsionada de la realidad. Los chavales pasan muchas horas así.

Cuando crecen, buscan algo más. Ahí es cuando empiezan a tener móviles, ordenador...además tuenti, whatsapp, etc. Comienzan a quedar más entre ellos, pasando más tiempo en la calle. 

MAM
En la calle, ven que el chaval más mayor, el que fuma tabaco, bebe alcohol y consume porros es, más "chulo", más "respetado", es quien más niñas tiene...muchos imitan a ese chaval, primero con el alcohol, siguen con el tabaco. 

Se sienten mayores, como el chaval que consume. Pasa el tiempo y se dan cuenta que ni el alcohol ni el tabaco les crea felicidad, ahí es cuando buscan algo más y aparecen los porros.

Una vez ocurre esto, llegan los problemas familiares, seguidos de muchos otros, que provocarán que se consuma más.

Cambian su forma de ser, sus amistades, abandonan su vida, dejan los estudios. 

Al fin y al cabo lo único que buscan es evadirse de la realidad, de una realidad para ellos ficticia en la que no saben cómo ser felices.

A.


Esta es la visión desde dentro de la vida de un adolescente. 

Creo que como padres y educadores podemos extraer interesantes conclusiones de esta sincera reflexión.

A partir de ahí nuestra autocrítica nos permitirá crecer junto a A.




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