jueves, 7 de febrero de 2013

Crisis de pareja...

... o tenemos que hablar



En muchas ocasiones, la llegada a la adolescencia de los hijos ayuda a destapar el tarro de las esencias de los conflictos de pareja.

En multitud de casos, la entrada en esta etapa vital por parte de hijos e hijas, supone la transformación de la coexistencia tal y como se había conocido hasta ese momento. Los cambios en las necesidades de los hijos, sus nuevos comportamientos, su papel descubridor del mundo, la apertura al exterior de sus intereses, la aparición de los amigos, el grupo, la urgencia de encontrar el propio espacio vital y el ansia de libertad para elegir y controlar la propia vida, pueden llegar a reconfigurar las tipologías de las dinámicas familiares.

Todo lo dicho y muchas más situaciones posibles, pueden incorporar al menú diario de las relaciones de familia un plus de esfuerzos por parte de madres y padres.

En la entrada Estrés y paternidad, explicábamos de qué manera puede afectar a nuestra vida personal la interpretación que hacemos de los hechos que acontecen a nuestro alrededor. Se hablaba del estrés como consecuencia de situaciones amenazantes, que generan en nosotros un estado de ánimo protagonizado por la tensión.

El comportamiento de vuestros hijos os obliga como madres y padres que sois, a dar respuestas a situaciones de toda índole: educativas, sancionadoras, valorativas, argumentativas, etcétera, etcétera. El hecho de que la educación de hijos e hijas sea una responsabilidad compartida por ambos progenitores, con bastante frecuencia puede hacer que los conflictos con aquellos cambien de acera y, lamentablemente se instalen en la pareja.

Y es de esto de lo que queremos hablar con este artículo: de las erosiones que la actividad parental puede llegar a generar en vuestras relaciones de pareja.

A lo largo de los años, he tenido y tengo que mediar entre parejas muy dañadas, asoladas por profundas crisis, cuyos orígenes son las diferentes interpretaciones sobre cómo se ha de educar a los hijos, sobre cómo ha de corregírseles, sobre cómo hay que imponer la autoridad, sobre qué y cómo hay que decirles las cosas… Este hecho es más frecuente de lo que podáis imaginar, aunque, también es cierto, no siempre termina por convertirse en un freno para el entendimiento entre los cónyuges.

Al indagar en las insatisfacciones de la pareja, suelen afloran las diferencias interpretativas sobre la crianza y educación de los hijos y se observa el choque entre los distintos estilos educativos que avalan su conducta parental.





MAM

A causa de la educación que hemos recibido y de nuestro, en muchas ocasiones, escaso espíritu autocrítico, tendemos a buscar culpables que carguen con la responsabilidad de todo aquello malo que ocurre a nuestro alrededor. Cuando esos hechos desagradables son las conductas no deseadas de nuestros hijos, tenemos fácil eximirnos de responsabilidad culpando a la otra parte, que en este caso suele ser el otro progenitor.

Es demasiado blando
Le permite absolutamente todo
Está malcriando a mis hijos
No me ayuda
Me siento desbordada y sola
Prefiero que no se entere de lo que hacen porque temo su reacción
Le da todos los caprichos
No cuenta conmigo para nada
Me contradice delante de los niños
Es muy duro con los niños
Yo sé que me oculta cosas que hacen mis hijos
Le da dinero a mis espaldas
Le levanta mis castigos

Estas sentencias están recogidas en registros que aplico a las parejas con las que trabajo y muestran algunos ejemplos de esto que hablamos. Educar a los hijos es una de las mayores responsabilidades que se pueden tener en la vida y que puede proporcionar la mayores satisfacciones que podamos sentir jamás, o por el contrario, puede ser el desencadenante de extraordinarias crisis personales y de pareja.

Cómo procurarse una parentalidad saludable

 
Es fundamental y necesario a la hora de educar, que ambos progenitores tengan una idea clara y consensuada de la educación que quieren para sus hijos. Esto que digo, además de evidente, puede parecer una perogrullada, pero reflexionemos un poco.

¿En cuantas ocasiones habéis hablado sobre la educación que queréis proporcionarle a vuestros hijos?, ¿con qué frecuencia os sentáis para hablar de estos temas en concreto?, ¿cuánto tiempo dedicáis en pareja al tratamiento de los problemas que surgen de los hijos e hijas?, ¿qué hacéis cuando vuestra propuesta de solución para nada coincide con la de vuestra pareja?, ¿cómo llegáis a consenso?, ¿cómo decidís los métodos a utilizar?...


Mi colega Elena Crespi Asensio, reputada terapeuta de pareja y subdirectora del  Institut d'Estudis de la Sexualitat i la Parella, muy acertadamente insiste en que muchos de nosotros, “aprendemos a hablar, pero no aprendemos a comunicarnos” y este hecho se torna especialmente importante en el ámbito de pareja, donde es crucial saber expresar cuanto se piensa y siente. Es por ello que nuestro consejo es el de hablar, hablar y hablar, eso sí, con objetivos claros y con actitudes que os ayuden al encuentro de posturas.



MAM
Como muestra de este argumento, al analizar estos hechos en una ocasión, una pareja me reconoció haber dedicado más tiempo a hablar sobre cómo reformar su vivienda y cómo hacerlo para evitar las seguras incomodidades durante la misma, que de la educación de sus hijos en todo ese último año.

Una vez que se tiene una idea trabajada sobre aquello que deseo, cómo lo quiero y qué he de hacer para conseguirlo, todo puede resultar más llevadero y sencillo (tanto como permita la ya de por sí complicada labor de educar).

Mostrar una dirección educativa coherente también puede ayudaros en vuestro ejercicio parental. No contradeciros, actuando de igual forma ante el mismo problema y mostrando una imagen sin fisuras ante los hijos. Esto, por supuesto,  no significa que no tengáis diferencias a la hora de interpretar las distintas cuestiones, pero el modo de hablarlo será lejos de vuestros hijos y cuanto consensuéis, deberá ser la norma a aplicar.

Estos y algunos otros recursos, pueden ayudar a mejorar sustancialmente vuestras sensaciones como progenitores y sobre todo, pueden conduciros a  hacer de vuestras parejas auténticos aliados en la causa más noble que os ocupa.

Volveremos en próximas entregas con más temas que esperamos sean de vuestro agrado.

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4 comentarios:

  1. Enhorabuena por esas 5000 visitas
    Besos
    Manuela

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  2. JUAN PEDRO FDEZ. OTSA (SELEKTA12)11 de febrero de 2013, 18:20

    Muy buen análisis, el tema es diferenciar roles y responsabilidades, la pareja es como un equipo de dobles de tenis por ejemplo, cada uno con sus habilidades debe apoyarse para solventar las situaciones difíciles del partido, no aliarse con el contrario. En Sistémica se habla de jerarquías y roles, los padres deben cumplir sus roles como padres, por lo que han de consensuar los criterios más constructivos y mejores para sus hijos sin buscar ni pretender alianzas con los hijos en contra del otro cónyuge (En definitiva comunicación, más comunicación y más comunicación)

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    Respuestas
    1. Gracias Juan Pedro.
      Tu comentario ejemplifica perfectamente el contenido del artículo.
      Saludos

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