martes, 6 de marzo de 2012

Estilos Educativos


En el artículo anterior, definíamos el concepto de estilo educativo y anticipábamos brevemente una clasificación que defiende la existencia de cuatro estilos predominantes y que vienen a definir las actitudes manifestadas por madres y padres en su ejercicio parental.
Veíamos que la clasificación que Maccoby y Martin se realizaba atendiendo a dos dimensiones diferentes. Por un lado el afecto y comunicación y por otro,  el control y exigencia.

Para describir el afecto y comunicación, es necesario primero desmarcarlo del cariño y los autores lo consiguen aludiendo a que el primero es visto como un refuerzo contingente, de manera que los padres están formando al niño respondiendo de modo diferente a los comportamientos deseados y no deseados o mostrando su sensibilidad y adaptación a las señales del niño, sus estados y necesidades, mientras que el cariño incluye aprecio o alabanza cuando lo merece pero también en otras situaciones, con independencia del estado, señales o comportamiento del niño.

En cuanto al control y exigencia por parte de los padres, se puede resumir en las demandas de madurez, supervisión de normas y responsabilidades, esfuerzos disciplinarios y voluntad de enfrentarse a la desobediencia de los hijos.

Analizados los componentes, describimos ahora las características que pueden presentar madres y padres en función de sus estilos educativos, según Baumrind:

Madres, padres autoritativos
o
democráticos
·       Prestan atención a las demandas y preguntas de sus hijos y muestran interés.
·       Manifiestan una combinación de afecto y apoyo con ciertas dosis de control y democracia.
·       Favorecen la autonomía e independencia.
·       Son controladores y exigentes en sus demandas, pero al mismo tiempo se muestran cariñosos, razonables y comunicativos.
·       Establecen reglas claras y promueven la conducta asertiva.
·       No invaden ni restringen la intimidad del niño.
·       Sus prácticas disciplinarias se orientan más hacia la inducción que hacia el castigo.
·       El castigo es razonado y verbal, pero no físico.
·       La comunicación es efectiva y bidireccional, sin órdenes ni gritos.
·       Esperan de los hijos cooperación, responsabilidad y control.
·       Muestran pocas conductas problemáticas (adicciones, violencia…), bajos niveles de estrés y un clima familiar estable.


Madres, padres autoritarios
·       Combinan altos niveles de exigencia y control con escasa sensibilidad.
·       No consideran las peticiones de sus hijos ni responden a sus demandas.
·       Son distantes, poco afectuosos y manifiestan conductas de coerción.
·       Desarrollan una comunicación unidireccional.
·       Proporcionan ambiente ordenado, con reglas claras dictadas por los padres.
·       Son más restrictivos, convencionales y prestan escaso apoyo emocional al hijo.
·       Presentan más problemas de conducta e insatisfacción en la pareja.

Madres, padres permisivos
·       Combinan baja dosis de control y exigencia con relativa sensibilidad hacia las necesidades del niño.
·       Son indulgentes y no establecen restricciones.
·       No muestran autoridad frente a sus hijos.
·       No demandan conductas maduras de sus hijos y evitan el enfrentamiento con estos.
·       La comunicación es poco efectiva y unidireccional.
·       Mantienen gran flexibilidad en el seguimiento de reglas, dificultando la asunción de obligaciones por parte del niño.
·       No existen reglas claras y el ambiente familiar es desorganizado.

Madres, padres negligentes
·       Ausencia de demandas hacia la conducta de los hijos.
·       Falta de estructuración, control y apoyo de las conductas del niño.
·       Derivan sus responsabilidades paternas hacia otras figuras como la escuela u otros familiares.
·       Presentan problemas de conducta.
·       Proporcionan un ambiente familiar desorganizado.
·       Son altamente vulnerables a la ruptura familiar.


Según estas características, puedes afinar con mayor precisión en el estilo predominante en tu forma de educar, por lo que ya te vas acercando a un grado de autoconocimiento superior al de la media.

¡Enhorabuena! sin duda alguna te conoces mejor y eso es bueno, porque te permitirá reforzar aquello que hagas bien y mejorar lo que está por pulir.

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